“Bioética
ante el paciente crítico”.
La creación
de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), a principios de
la década de los 60 y los Sistemas Integrados de Urgencias
Médicas (SIUM), en la actualidad, han representado sin
lugar a dudas un gran avance en la medicina moderna, al permitir
la asimilación y desarrollo de técnicas que sostienen
órganos insuficientes, concepciones novedosas en cuanto
a reanimación cardio-pulmonar-cerebral, métodos
dialíticos, técnicas de sostén nutricional,
permitiendo prevenir la muerte y revertir procesos en otras
épocas letales. Todo ello deviene en un dilema ético
acerca de pacientes “vivos” dependientes de sostén
vital, concepto de muerte cerebral, unido a la preocupación
creciente acerca de los derechos de los pacientes a tomar decisiones
médicas con conocimiento de causa, llevando a una problemática,
necesario de ser solucionada en los marcos de la Bioética,
nacida en los años 70 en los Estados Unidos, y que cada
vez valida más el criterio de que se conozcan y respeten
sus principios en el enfrentamiento ante el paciente crítico,
adecuado a las condiciones socio-históricas y culturales
que rigen la sociedad.
El consentimiento informado constituye la base legal del principio
médico legal y ético de autonomía del paciente;
esta doctrina especifica que los pacientes tienen derecho a
una elección o rechazo informado de los tratamientos
que le son ofrecidos dentro del estándar de atención
médica. Para el médico de terapia intensiva es
importante conocer el fundamento de una decisión de no
indicar o suspender una forma de tratamiento, ayudar a los pacientes
o sus sustitutos en la toma de decisiones y llevar las acciones
terapéuticas de modo que preserven la dignidad del paciente
y prevengan el sufrimiento.
El médico es un elemento necesario en esta díada
(médico-paciente/sustituto), por lo que sus valores morales,
médicos y éticos no son factores extraños
en la toma de decisiones.
He aquí una seria polémica a resolver, sobre todo
en los pacientes en estado crítico, que se debaten en
límites muy estrechos entre la vida y la muerte, y para
cuyo enfrentamiento los médicos intensivistas deben poseer
armas morales, principios sólidos, conocimientos seguros
de su especialidad y bioéticos para que su intervención
sea siempre beneficiosa para el paciente.
Una de las tendencias en la práctica profesional más
peligrosas al respecto es el de la consideración de tratamientos
fútiles, entendiéndose futilidad como la “probabilidad”
de una determinada intervención de alcanzar un objetivo,
los objetivos potenciales pueden ser: - posponer el momento
de la muerte; -prolongar la vida durante un período específico;
-alcanzar una calidad de vida aceptable; por debajo de cierta
probabilidad la intervención sería fútil.
Como para determinar la futilidad se necesita la combinación
de técnicas, valores del paciente y juicios clínicos,
debe ser una toma de decisiones compartida .
Las tendencias hacia los “malos pronósticos”,
con consideraciones nihilistas, es otra práctica peligrosa
ante el paciente ingresado en las UCI, no deben convertirse
nunca en profesías que se autocumplen; Por otra parte
debemos los intensivistas ser cautos y juiciosos para no caer,
dadas las posibilidades técnicas que ofrecen las prácticas
de terapia intensiva, en el ensañamiento terapéutico.
Si retomamos a Hipócrates, uno de los precursores de
la ética en la antigüedad, al referirse al papel
de la medicina como “suprimir los sufrimientos de los
enfermos, disminuir la violencia de sus enfermedades y negarse
a tratar a aquellos que sean dominados por sus dolencias, admitiendo
que en estos casos la medicina es impotente”. Cuando la
enfermedad se “impone” y el paciente morirá,
el médico está obligado a recocnocerlo y facilitarle
el proceso de agonía.
Es deseable que coincidan los intereses de los médicos,
las instituciones, el estado y la sociedad en preservar la vida,
preservar la integridad de la profesión médica
y alentar la atención caritativa y humana, siendo poseedores
y respetuosos de los principios más elementales de la
Bioética, y de los valores morales y humanos que deben
caracterizar a nuestros profesionales dedicados hoy a la atención
del paciente crítico.
Dra. Zeida
Rosa Rodríguez Martínez.
Especialista de 1er Grado en Medicina Interna.
Verticalizado en Cuidados Intensivos del Adulto